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Sistema de Indicadores sobre Desertificación para la Europa Mediterránea

 

Las principales cuestiones asociadas con la desertificación en el Mediterráneo

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Degradación del medio ambiente físico
Autor principal: Brian Irvine B.Irvine@geography.leeds.ac.uk
Con contribuciones de: Maria José Roxo y Pedro Cortesao Casimiro <mj.roxo@iol.pt>, Jorge García Gómez <jorgegg@um.es>, Giovanni Quaranta, Rosanna Salvia <quaranta@unibas.it>, Constantinos Kosmas <lsos2kok@aua.gr>
Traducción: Juan Ramón Molina Menor


g Descripción de las razones que llevan a la degradación del medio ambiente físico y por qué es un problema en el contexto de la desertificación
g Ejemplos de degradación en áreas mediterráneas
g Portugal
g España
g Italia
g Grecia
g Descripción general de la interrelación de los indicadores
g Modelos simples o más complejos que demuestran esta interrelación
g Tabla de indicadores específicamente relacionados con este problema

g Descripción de las razones que llevan a la degradación del medio ambiente físico y por qué es un problema en el contexto de la desertificación
Autor: Brian Irvine B.Irvine@geography.leeds.ac.uk

Introducción. La degradación y la desertificación de la tierra son dos procesos caracterizados por el deterioro de la calidad de los terrenos en cuanto a su capacidad para sustentar un determinado uso del suelo junto a su flora y fauna asociadas. La desertificación puede ser considerada como una degradación extrema de la tierra en la que ésta pierde una gran parte de su productividad natural. La degradación suele estar asociada con una vegetación rala dotada de una escasa biodiversidad. A medida que un suelo incrementa su nivel de erosión la vegetación tiene menos posibilidades de volver a su estado inicial, creándose un círculo vicioso. Los niveles extremos de estos procesos están relacionados en general con tendencias climáticas a escala regional que pueden suponer una amenaza para amplios territorios. Algunas zonas son más sensibles a la degradación que otras. En algunos casos la degradación puede haber sido observada durante un cierto periodo de tiempo sin que se hayan puesto en marcha acciones de mitigación, mientras que otras zonas pueden haber beneficiado de acciones de restauración destinadas a paliar algunos problemas y reducir el riesgo. Los factores físicos responsables de la degradación de la tierra varían a medida que se producen cambios en el medio ambiente físico. Las zonas que presentan un riesgo de erosión pueden no estar afectadas por la salinización según varíen los parámetros climáticos y de drenaje.

Erosión del suelo (Hillel 1991, F. Basso et al., 2002, C. Kosmas et al., 2002). La erosión del suelo es uno de los principales procesos físicos de degradación de la tierra. En Europa es un problema importante tanto por su coste económico como por la superficie afectada. La erosión es un proceso natural vinculado con las lluvias torrenciales que provoca la formación de surcos y arroyuelos, pero su ritmo se ha visto enormemente acelerado por las actividades humanas, especialmente el laboreo y el pastoreo. La erosión elimina progresivamente la capa arable del suelo, la que dispone de una mejor estructura y contiene la mayor parte de la materia orgánica y de los nutrientes.

En los lugares afectados por la erosión del suelo, el impacto directo consiste en la pérdida de materiales y el indirecto en la pérdida de nutrientes. Allí donde los suelos son poco profundos, la erosión puede acarrear una eliminación irreversible del soporte sobre el que crece la vegetación. En los otros suelos, la erosión elimina la capa arable, fértil, del suelo, que contiene la mayor parte de la materia orgánica y de los nutrientes, lo que obliga a los agricultores a realizar gastos en cultivos de recuperación y en abonos adicionales. En los lugares fuera de la zona directamente afectada, los materiales erosionados pueden depositarse sobre edificios, carreteras, embalses y canales, mientras que los nutrientes presentes en la escorrentía y en los sedimentos aumentan la eutrofización y pueden provocar el desarrollo de algas. Lo efectos a distancia de la erosión pueden resultar más costosos que los efectos locales y, de hecho, ya están amenazando la implementación de la Directiva Marco del Agua de la UE, particularmente en lo que se refiere a los nitratos.

Las intervenciones destinadas a controlar la erosión requieren tanto una buena estimación del problema como estrategias de restauración. Una acción eficaz necesita una considerable inversión en dinero y tiempo. La estimación objetiva a gran escala es necesaria a la hora de determinar las zonas en las que la erosión es más grave y en las que se deberían concentrar los recursos para realizar estudios detallados y restaurar los suelos. Las estimaciones a escala local se hacen necesarias más tarde con el fin de identificar las zonas que merecen ser conservadas y estudiar los factores específicos para cada una de ellas. Las estrategias de recuperación incluyen los cambios en el uso del suelo a escala regional, la identificación de áreas sensibles para las intervenciones a escala local y los planes detallados de conservación a escala de explotación agrícola.

Salinización (L. Postiglione 2002, A.J. Conacher and M. Sala. 1998 [1]). En general, cuanto más salino es un suelo más limitada es la vegetación que alberga. La salinización consiste en la acumulación de sales naturales o artificiales en el suelo. Puede producirse de diferentes maneras:

  • Salinización en tierras áridas [2]: el horizonte del suelo superficial puede sufrir un incremento de la salinidad debido a  la ascensión de sales en disolución provenientes de la subida del nivel freático. Esto ocurre cuando la vegetación natural ha sido eliminada y la capa freática situada bajo los cultivos asciende hasta un nuevo punto de equilibrio.
  • Salinización por el riego: mediante el riego se eleva el nivel freático de forma artificial, lo que hace que el agua y las sales disueltas sean llevadas hasta la superficie.
  • Baja calidad del agua de riego: la calidad del agua puede verse comprometida por las prácticas de manejo y la carga fertilizante (sales) aguas arriba.
  • Intrusión de agua del mar en acuíferos costeros.
  • Proximidad a la costa, inundaciones periódicas y depósito de sales arrastradas por el viento.

Algunos tipos de vegetación crecen mejor en suelos ligeramente salinos, pero hay límites a partir de los cuales las plantas mueren. Si un suelo se va salinizando progresivamente, pero se puede prever que solo lo hará hasta alcanzar un punto de equilibrio en el que la mayor parte del ecosistema actual seguirá subsistiendo, se puede considerar que esto no supone un problema serio de degradación de la tierra. Sin embargo, si se prevé que la salinización continuará aumentando o que el ecosistema actual no soportará las nuevas condiciones, se puede concluir que existe un gran riesgo de degradación. Las áreas de regadío son más susceptibles de sufrir salinización debido a que las sales son más fácilmente atraídas hacia la superficie a partir de las capas freáticas poco profundas y a que la calidad del agua de riego puede ser deficiente.

Incendios (A. Dalaka et al., 2002, A.J. Conacher and M. Sala. 1998 [1], A.J. Conacher and M. Sala. 1998 [2]). Los incendios forestales forman parte del ecosistema mediterráneo. Las áreas afectadas por un incendio son propensas a la erosión y presentan un alto riesgo de degradación. A pesar de ello, la regeneración es posible si se dan las condiciones adecuadas. Durante la fase sensible posterior a un incendio, se considera que la rehabilitación constituye un factor crucial. Los grandes incendios forestales tienen un efecto significativo sobre la cobertura vegetal pero también pueden modificar las propiedades del suelo (físicas y químicas) potenciando la repulsión del agua (suelos hidrofóbicos) y destruyendo hábitats, infraestructuras y organismos. Las actividades humanas han sido identificadas como uno de los principales motores del desequilibrio que ha reducido la superficie forestal y aumentado tanto la cantidad de material combustible como el número de incendios en el área mediterránea. El abandono de los terrenos puede acentuar el riesgo de incendio.

Degradación de la vegetación (A.J. Conacher and M. Sala. 1998 [1]). La degradación de la vegetación se define como “la reducción temporal o permanente de la densidad, la estructura, la composición de las especies o la productividad de una cubierta vegetal”. El largo periodo de actividad humana en la cuenca del Mediterráneo ha limitado enormemente las áreas de vegetación natural o indígena. La presión ejercida sobre la vegetación natural de esta región proviene de los cambios en las prácticas agrícolas, de los incendios y del pastoreo, así como del círculo vicioso que conlleva la pérdida de biodiversidad. Los motores de la evolución de la vegetación son las condiciones climáticas, las condiciones edáficas y las prácticas de manejo (elección del cultivo, recolección, pastoreo y uso del fuego). Las especies cultivadas son menos resilientes que las silvestres respecto a las fuertes variaciones o extremos climáticos y a las condiciones de los suelos de la región (que están ellos mismos amenazados). Así, la sobreexplotación y las prácticas de manejo inapropiadas pueden acarrear la degradación de la vegetación y tienden a potenciar el riesgo de degradación de los suelos.

Pérdida de productividad y de biodiversidad (L. Postiglione 2002, A. Ferrara 2002). La pérdida de productividad agrícola conduce a la reducción de la cobertura vegetal, a la reducción de los ingresos netos de la explotación o a ambos. La reducción de la cobertura vegetal puede ser contrarrestada mediante la aplicación de abonos. Sin embargo, la mejora a corto plazo de los ingresos de la explotación debe valorarse respecto a la futura degradación de la calidad de los acuíferos. La agricultura productiva ha reemplazado la vegetación natural con especies menos resilientes a los estrés climáticos regionales y a las condiciones del suelo. La producción agrícola y ganadera puede no estar en armonía con los patrones de crecimiento vegetal existentes, sometiendo así la cobertura vegetal y la producción a un estado de estrés continuo. La reducción de la productividad puede ser el motor de cambios en los usos del suelo y en las prácticas agrícolas. A su vez, estos cambios están considerados como los principales responsables de la degradación de las tierras en el área mediterránea.

Referencias

  • Basso F., Pisante M. and Basso B. (2002): Soil erosion and land degradation, in Mediterranean Desertification, a Mosaic of Processes and Responses, N.A. Geeson, C.J. Brandt and J.B. Thornes (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 2002.
  • Conacher A.J. and Sala M. (1998 [1]): The main problems of land degradation: their nature extent and severity. 1: Erosion and soil deterioration, flooding vegetation loss and degradation, in Land Degradation in Mediterranean Environments of the World: Nature and Ectent, Causes and Solution. A.J. Conacher and M. Sala (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 1998 .
  • Conacher A.J. and Sala M. (1998 [2]): The Causes of Land Degradation. 3: Other human actions, in Mediterranean Environments of the World: Nature and Ectent, Causes and Solution. A.J. Conacher and M. Sala (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 1998.
  • Dalaka A. Papatheodorou E., Iatrou G., Mardiris T., Pantis J., Sgardelis S., Lanara Cook C., Lanaras T., Argyropoulou M., Diamantopoulos K.J. and Stamou G.P. (2002): Differing Responses of Greek Mediterranean Plant Communities to Climate and the Combination of Grazing and Fire, in Mediterranean Desertification, a Mosaic of Processes and Responses, N.A. Geeson, C.J. Brandt and J.B. Thornes (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 2002.
  • Ferrara A., Leone V. and Taberner M. (2002): Aspects of Forestry in the Agri Environment, in Mediterranean Desertification, a Mosaic of Processes and Responses, N.A. Geeson, C.J. Brandt and J.B. Thornes (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 2002.
  • Hillel D. (1991): Deforesting the earth, in Out of the Earth, Civilization and the Life of the Soil, D. Hillel (edited by), University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1991.
  • Kosmas C. Danalatos N.G., Lopez-Bermudez F., Romario Diaz M.A. (2002): The Effect of Land Use on Soil Erosion and Land Degradation under Mediterranean Conditions, in Mediterranean Desertification, a Mosaic of Processes and Responses, N.A. Geeson, C.J. Brandt and J.B. Thornes (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 2002.
  • Postiglione L. (2002): Soil salinization in the Mediterranean: Soils, Processes and Implications, in Mediterranean Desertification, a Mosaic of Processes and Responses, N.A. Geeson, C.J. Brandt and J.B. Thornes (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 2002.
  • [1] http://www.soilerosion.net/cost634/technical_annex.html#wg3
  • [2] http://www.amonline.net.au/factsheets/salinisation.htm

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g Ejemplos de degradación en áreas mediterráneas

g Bajo Alentejo interior, Portugal
Autores: Maria José Roxo and Pedro Cortesao Casimiro <mj.roxo@iol.pt>

El estado y grado de degradación de los terrenos en el municipio de Mértola es el resultado de la interacción entre las características físicas del paisaje y la actividad humana en un conjunto de procesos de destrucción y degradación del suelo. Estos procesos han sido provocados por el aumento de la erosión hídrica y la consecuente pérdida de biodiversidad y de fertilidad del suelo.

La presión ejercida por el hombre sobre los recursos naturales (suelo, vegetación y agua) a causa de la agricultura se ha incrementado progresivamente a lo largo del tiempo, alcanzando un máximo en la primera mitad del siglo veinte. Esta presión está en el origen del alto nivel actual de degradación de la tierra en esta zona.

Degradación de la tierra, A. dos Fernandes, Mértola (fotografía de Maria Roxo y Pedro Casimiro).

Los resultados obtenidos de forma experimental en el Centro de Experiencias sobre Erosión de Vale Formoso confirman este panorama. En este centro se ha analizado y registrado, a lo largo de más de cuarenta años, la contribución al fenómeno de la erosión que representan diferentes prácticas agrícolas y cultivos (cereales, leguminosas, pastos).

Además, los conocimientos adquiridos acerca de las características físicas de este área han permitido identificar las condiciones naturales específicas que favorecen la degradación del suelo por la erosión:

  • La topografía, con unas pendientes medias entre un 10% y un 25% que favorecen la escorrentía superficial. La densa red de drenaje que permite un transporte de sedimentos rápido y eficaz.
  • La irregularidad del régimen de precipitaciones, con una gran frecuencia de lluvias muy intensas que poseen una elevada capacidad erosiva. La ausencia de precipitaciones durante la estación cálida, que reduce la protección del suelo al limitar al mínimo la cobertura vegetal.
  • Los materiales originales del suelo impermeables, especialmente los esquistos, que incrementan la escorrentía superficial e impiden la infiltración del agua de lluvia.
  • El escaso desarrollo de los suelos (los más profundos alcanzan unos 20-30 cm), muy pedregosos debido a su litología, con un contenido mínimo de materia orgánica, estructura fina, permeabilidad media o baja y altos porcentajes de arenas y limos finos.

Durante más de un siglo, la gestión del territorio en esta zona ha sido inadecuada y desconsiderada, viéndose acentuada por decisiones políticas de carácter puramente económico, todo lo cual ha afectado a la distribución de la población y ha contribuido a la adopción de usos del suelo inadecuados, especialmente para la agricultura.

La principal razón que llevó a la colonización y al desmonte de las zonas forestales fue el gran incremento de la población provocado, sobre todo, por la apertura de la mina de São Domingos, que supuso la división de las tierras comunales en dos zonas distintas. El resultado de esta división fue una seria y extensa degradación de la cobertura vegetal a causa de los incendios, la tala y la producción de leña (madera y carbón vegetal), así como el incremento de la erosión debido al laboreo de suelos muy poco profundos y con pendientes acusadas.

Degradación de la tierra, Picotos, Mértola (fotografía de Maria Roxo y Pedro Casimiro).

El impacto negativo causado por el hombre fue incrementándose de forma progresiva, paralelamente a la extensión y a la intensificación de sus actividades. La introducción de las nuevas tecnologías provenientes de la revolución industrial británica (arados, maquinaria) y más tarde la aplicación del motor de combustión interna (tractores y otra maquinaria) permitieron una mayor eficacia e intensidad en las actividades de laboreo del suelo y de explotación agrícola. Durante varias décadas los responsables políticos incentivaron fuertemente esta actividad agrícola (la producción de trigo a finales del siglo XIX, las campañas del trigo y de la producción agrícola a partir de los años treinta del siglo XX). Actualmente la tendencia continúa con la Política Agrícola Común.

Todo esto explica por qué el municipio de Mértola sufre una seria degradación de sus recursos naturales combinada con las desventajas económicas que afectan directamente a sus habitantes. En efecto, éstos se dedican a menudo al cultivo de cereales de secano y en muchos casos lo hacen fuera de los límites de la racionalidad económica.

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g España
Autores: Jorge García Gómez <jorgegg@um.es>, Francisco López Bermúdez <lopber@um.es>

Las características climáticas y las actividades humanas han contribuido a los procesos de degradación que afectan al valle del Guadalentín. Se pueden destacar los veranos secos, los inviernos templados, las escasas precipitaciones (<300 mm), la elevada insolación (2900 h/año), la fuerte evaporación (900-1200 mm/año) y una temperatura media de 18 ºC, junto con las actividades humanas perjudiciales para el medio ambiente. Los principales procesos son los siguientes:

Salinización. Los principales procesos responsables de la acumulación de sales en los suelos están relacionados con el clima y con la irrigación. El clima actúa directamente mediante las altas tasas de evaporación e indirectamente como motor de la salinización asociada al riego. El número de cultivos que se puede realizar anualmente en esta zona solo está limitado por el déficit hídrico, problema resuelto hoy en día gracias al regadío. Sin embargo, tras el riego, la intensa evaporación provoca la ascensión del agua y la acumulación de las sales en la superficie. Este desplazamiento y acumulación son debidos, por lo tanto, al riego y dependen de la cantidad y de la calidad del agua aplicada. El riego con aguas subterráneas contaminadas ha inducido la salinización de los suelos y ha acarreado una sobreexplotación de los acuíferos, liberando gases y sales. El uso de aguas salinas o provenientes de estaciones depuradoras sin tratamiento terciario ha supuesto la degradación de los suelos y la consecuente reducción de la capacidad de producción agrícola.

Cultivo de regadío en un suelo en el que la acumulación de sales es visible, Yecla (fotografía de F. López Bermúdez).

La movilización de las sales del acuífero (originadas en el substrato miocénico donde los sulfatos y cloruros se disuelven con carbonatos originados por el CO2, cuya aparición es debida al sistema tectónico de fallas activo) es una consecuencia de la disminución de presión hidrostática en el acuífero detrítico. La concentración en iones del agua ha ido aumentando con el tiempo, conllevando un creciente riesgo de salinización del suelo. Los análisis estadísticos demuestran que los cambios de salinidad de las aguas de riego, las prácticas agrícolas, la aplicación de fertilizantes y las sales aportadas por la escorrentía a partir de las áreas limítrofes constituyen los factores esenciales de la grave reducción de la calidad del suelo que sufre esta zona. Los problemas del valle del Guadalentín son amplificados por la escasez de agua que impide el lavado de las sales acumuladas, así como por la economía dependiente de la agricultura. Las salinidades más altas se encuentran en las parcelas de regadío. El valle muestra una compleja distribución espacial de la salinidad del suelo. Los suelos sometidos al regadío tienen una mayor concentración de iones, una salinidad superior y una composición iónica diferente respecto a las tierras seminaturales o abandonadas. Los iones de calcio y los sulfatos dominan en todos los perfiles de suelo de las zonas irrigadas del llano de inundación, aunque los suelos estén abandonados. Por el contrario los terrenos seminaturales situados al borde del llano de inundación, que no son utilizados por la agricultura, muestran una predominancia de iones de calcio y de carbonatos, pero su salinidad y su concentración total de iones es inferior.

El valle del Guadalentín, con sus recientes fenómenos de salinización secundaria de suelos y aguas, constituye un buen ejemplo de salinización puntual debida al riego. La entrada de solutos aportados por el agua de riego y de lluvia es muy superior a la salida a través de la absorción de las plantas o de la percolación en profundidad en el subsuelo. Esta acumulación de sales acarrea una reducción del valor económico y de la capacidad productiva de los terrenos. El valle del Guadalentín es, por la tanto, un sistema inestable desde los puntos de vista económico e hidrológico, con una explotación no sostenible de los recursos edáficos e hídricos.

Degradación del suelo y de la vegetación. En las zonas que no son regadas existen pocas alternativas a la vegetación natural (matorral mediterráneo, Stipa tenacissima, etc.). Los agricultores suelen decantarse por el olivo o el almendro. El uso del suelo en la parte superior de la cuenca del Guadalentín consiste principalmente en cultivos de cereales y almendros de secano, matorrales y bosques. La vegetación seminatural y los diversos sistemas de cultivo han sido transformados en monocultivos acompañados de una baja densidad de árboles, dejando la tierra sin protección. Los monocultivos de almendros en climas semiáridos necesitan que las lluvias puedan penetrar profundamente en el suelo. Ello requiere suelos sueltos y desnudos entre los árboles, lo que conlleva un alto riesgo de erosión en los terrenos con pendiente.

Erosión de un suelo cultivado desnudo en un campo de almendros (fotografía de F. López Bermúdez)

La baja densidad de árboles combinada con el frecuente laboreo aumenta la vulnerabilidad a la erosión de los campos de almendros. Este cultivo requiere la aplicación de sistemas de plantación y de estrategias de conservación del agua específicos con el fin de compensar la irregularidad de las precipitaciones. Estas medidas de conservación del suelo y del agua deben adaptarse a la topografía y a las condiciones de suelo locales. Durante la rápida expansión de las plantaciones de almendro en áreas marginales se han perdido las técnicas tradicionales de conservación y laboreo del suelo, y se han ido remodelando poco a poco laderas enteras mediante el uso de maquinaria pesada para ser plantadas de manera uniforme. Las pendientes muy fuertes son abandonadas o mantienen su matorral seminatural.

El laboreo suele ser superficial y se lleva a cabo dos veces al año con el fin de aumentar la capacidad de infiltración del suelo y de eliminar las malas hierbas que compiten por la limitada cantidad de agua disponible. La profundidad de laboreo en las plantaciones de almendro varía entre 10 y 20 cm según la topografía. Las frecuentes operaciones de labranza conducen al desarrollo de una capa de restos vegetales secos que obliga a las raíces de los almendros a introducirse más profundamente en el suelo o en la roca madre meteorizada.

La respuesta erosiva está determinada principalmente por la estabilidad de los agregados del suelo y por las propiedades topográficas. Si el material erosionado presenta una proporción de partículas finas superior a la de la matriz del suelo se puede inferir una erosión selectiva y un transporte del material más fino. Diversos estudios han determinado que las plantas anuales y los residuos vegetales previenen la formación de costras que dificultan la infiltración en el suelo. Esta cobertura vegetal también reduce la velocidad de la escorrentía superficial. Se puede concluir que, de  cara al fenómeno de la erosión en el Guadalentín, el uso que se le dé al suelo es un factor más determinante que las propiedades de éste.

Pérdida de productividad. A pesar de la amplia variabilidad interanual del rendimiento de los cultivos, las medias quinquenales indican una reducción desde los 800 kg/ha de los años sesenta hasta los 400 kg/ha de los noventa. La bajada del rendimiento corresponde con los métodos de producción extensivos y con la expansión de las plantaciones de almendros en zonas marginales.

Incendios. Los incendios y la erosión están estrechamente relacionados. La variabilidad de la erosión está asociada con la gravedad del incendio. La frecuencia de los incendios forestales ha aumentado durante las últimas décadas y, como consecuencia, las zonas de matorral mediterráneo propenso a los incendios (aulagas) se han extendido de forma significativa. Estas zonas son extremadamente sensibles a la erosión y a los procesos de degradación del suelo debido a que sus comunidades vegetales maduras poseen una gran inflamabilidad y una considerable capacidad de generar incendios graves, incluso con condiciones meteorológicas moderadas.

En las condiciones de la región mediterránea, donde los incendios forestales graves ocurren principalmente en el verano y donde las lluvias torrenciales son frecuentes en otoño, se hace necesaria la adopción de medidas de conservación para evitar la irreversible degradación del suelo durante la primera fase de regeneración de la vegetación tras un incendio. La siembra de una cubierta herbácea puede ser un ejemplo de estas medidas.

Bibliografía

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  • Martinez-Mena, M. Castillo, V. Albaladejo, J Hydrological and erosional response to natural rainfall in a semi-arid area of south-east Spain. Hydrol. Process. 15, 557-571 (2001).
  • Pérez-Sirvent, M. J. Martínez-Sánchez, J. Vidal and A. Sánchez. The role of low-quality irrigation water in the desertification of semi-arid zones in Murcia, SE Spain, Geoderma, Volume 113, Issues 1-2, April 2003, Pages 109-125 C.
  • Romero-Díaz, A. Cammeraat, L.H., Vacca, A. Kosma, C. Soil erosion at three experimental sites in the Mediterranean. Earth Surf. Process. Landforms 24, 1243±1256 (1999).
  • Schofield, R. Thomas, D. S. G. and Kirkby M. J. Casual processes of soil salinization in Tunisia, Spain and Hungary. Land degradation & development. 12: 163-181 (2001).
  • Van Wesemael, B. Cammeraat, E., Mulligan, M. Burke, S. The impact of soil properties and topography on drought vulnerability of rainfed cropping systems in southern Spain. Agriculture, Ecosystems and Environment 94 (2003) 1-15.
  • Van Wesemael B., Mulligan M. Poesen, J. Spatial patterns of soil water balance on intensively cultivated hillslopes in a semi-arid environment: the impact of rock fragments and soil thickness. Hydrological Processes Vol 14. No. 10, pp. 1811-1828.

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g La cuenca del Agri, Italia
Autores: Giovanni Quaranta, Rosanna Salvia <quaranta@unibas.it>

La cuenca del Agri se encuentra en la región de Basilicata en el sur de Italia. Esta situada en el corazón de los montes Apeninos de Basilicata y abarca 1.730 kilómetros cuadrados, contando con una población de 94.291 habitantes. El río Agri recorre 136 km hasta desembocar en el mar Mediterráneo.

La degradación del medio ambiente físico en la cuenca del Agri adopta diferentes formas, reflejando las peculiaridades y variaciones de las características físicas y medioambientales, así como las dinámicas socioeconómicas y los usos del suelo. El valle del Agri se divide en tres subáreas homogéneas (superior, media e inferior):

  • La cuenca superior del Agri abarca un 29% de la superficie total y se caracteriza por una altitud media superior a 600 m, incluyendo un valle llano compuesto de grava, arena, pizarra y flysch, formado por el lago Reistovene. El lago está rodeado  de montañas calcáreas muy accidentadas originadas por la rotura de la falla de piedra caliza y dolomita. A pesar de las acusadas pendientes, la presencia de una vegetación abundante reduce y previene el riesgo de erosión hídrica en esta zona. Los corrimientos de tierra se limitan a unos pocos lugares.
  • La cuenca media del Agri, situada en la fosa Bradánica, comienza en el dique del Pertusillo en el río Agri y termina en la confluencia con el Sauro. Abarca un 47% de la cuenca hidrográfica. En la estructura de los suelos de este área dominan las arcillas-margas y las areniscas. Existe una intensa erosión hídrica así como frecuentes corrimientos de tierra, lo que da lugar a espectaculares cárcavas y barrancales, llamados calanchi. La forma de las pendientes de los calanchi presenta una disimetría distintiva: “Las laderas expuestas al sur muestran pendientes acusadas, suelos desnudos y cárcavas profundas, mientras que las laderas expuestas al norte son más suaves y suelen estar cubiertas de un monte bajo que reduce la escorrentía y la formación de sedimentos.” (F. Basso et al., 2000). Este intenso proceso de degradación ha sido causado tanto por la naturaleza misma del suelo como por la grave deforestación que ha venido afectando a esta zona.
  • La cuenca baja del Agri abarca un 25% de la superficie total. Llega hasta el mar tomando la forma de una llanura de suelo estable que incluye la fértil zona costera de Metaponto. La degradación de las tierras en este área afecta sobre todo a las riberas de los ríos y a la línea de costa. El principal problema es la salinización de las aguas subterráneas.

Varios estudios realizados en la cuenca del Agri (F.Basso et al., 2002) muestran que la erosión del suelo en las áreas de monte es un proceso continuo que ocurre cada año y que supone una pérdida media de algo más de 1 t·ha-¹·año-¹, dentro de un rango de 0.40-4.15 t·ha-¹·año-¹. Los datos obtenidos en las parcelas experimentales durante el periodo 1990-1995 muestran que las pérdidas de suelo más significativas corresponden con un pequeño número de fenómenos pluviosos caracterizados por poseer una intensidad que iba de 13,2 a 52 mm·h-¹ en verano o de 2 a 4,6 mm·h-¹ en invierno y producirse en una época en la que la superficie del suelo estaba desprotegida, antes de que los cultivos hubieran crecido suficiente para ofrecer una cobertura eficaz. Todas las observaciones demuestran que el ángulo de la pendiente es un factor determinante en la erosión del suelo y que el laboreo siguiendo el contorno (en vez de cuesta abajo) es una medida importante para reducir el riesgo de erosión.

Una zona de la cuenca del Agri que muestra una degradación del suelo significativa (fotografía de G. Quaranta).

Según Postiglione (L. Postiglione, 2002) la salinización del suelo en la cuenca mediterránea puede derivarse de procesos edafogénicos o puede estar relacionada con una evapotranspiración excesiva, infiltración de agua del mar, concentración de sales del agua de riego u otras causas antropogénicas como el sobrepastoreo y la deforestación en regiones semiáridas, el uso excesivo de productos químicos o el aporte industrial de sustancias contaminantes (por vía aérea o acuática). En la parte baja de la cuenca del Agri, donde existe un serio problema de salinización, se añaden otros factores a este esquema general. Sin embargo, el incremento de la salinización se debe principalmente al riego con aguas altamente salinas unido a una evapotranspiración excesiva en las áreas más secas. El agua de riego, un recurso vital para la agricultura, puede ser obtenida a partir de reservas superficiales (manantiales, ríos y arroyos) o subterráneas (pozos ordinarios o artesianos). En el caso de los recursos superficiales, los manantiales son a veces salinos debido al paso del agua a través de rocas salinas o suelos que presentan un elevado contenido en sales de sodio formadas durante el proceso edafogénico, o bien debido a la infiltración de agua del mar. Esta infiltración ocurre frecuentemente en algunos acuíferos a causa del bombeo excesivo de los pozos o porque no se produce la recarga del acuífero debido a una falta de precipitaciones en invierno. Ambos procesos dejan un vacío que es completado por la infiltración de agua del mar. Por supuesto la situación se hace aún más grave cuando la sobreexplotación conlleva la perforación de pozos cada vez más profundos, con el consiguiente un riesgo de alcanzar aguas salinas.

Salinización del suelo (fotografía de G. Quaranta).

Los incendios son la principal causa de deforestación y degradación forestal en la cuenca del Agri (Ferrara, 2004). En términos de frecuencia y de extensión superficial, estos incendios constituyen un serio problema para este ecosistema sujeto de por sí a fenómenos de degradación y de desertificación. Para dar una idea de la importancia de los incendios forestales en la cuenca del Agri, en el periodo 1990-1995 ardieron 1327 hectáreas de bosque en 304 incendios, afectando principalmente a zonas de bosque alto de hoja ancha. Esto representa un 3,88% de la superficie forestal total del valle y un 13,41% del número total de incendios registrados en la Región. Los incendios registrados en la cuenca del Agri siguen un patrón claro que se reproduce en muchas otras regiones mediterráneas: el mayor número de incendios se produce en las áreas con un menor índice forestal (proporción de superficie forestal respecto a la total). En la cuenca del Agri los incendios forestales se producen principalmente en las zonas con índices forestales inferiores al 20%, que parecen corresponder con zonas de monte bajo, es decir áreas forestales de baja productividad.

La extensión del monocultivo del trigo duro, debida principalmente al apoyo de la Política Agraria Común, ha agravado el proceso de degradación del suelo y ha modificado el paisaje tradicional. Este proceso de especialización agrícola ha supuesto además la pérdida de material genético tradicional y su reemplazo por cultivares exóticos mucho más exigentes que provocan el agotamiento de los recursos del suelo. Solo recientemente se ha empezado a observar la reintroducción de cultivares tradicionales.

Una zona deforestada de la cuenca del Agri cultivada con trigo (fotografía de G. Quaranta).

Referencias

  • Postiglione L. (2002): Soil salinization in the Mediterranean: Soils, Processes and Implications, in Mediterranean Desertification, a Mosaic of Processes and Responses, N.A. Geeson, C.J. Brandt and J.B. Thornes (edited by), John Wiley & Sons, LTD, 2002.
  • Basso F., Pisante M. and Basso B. (2002): Soil erosion and land degradation, in Mediterranean Desertification, a Mosaic of Processes and Responses, N.A. Geeson, C.J. Brandt and J.B. Thornes (edited by), John Wiley & Sons, Ltd, 2002.

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g Lesvos, Grecia
Autor: Costas Kosmas <lsos2kok@aua.gr>

La isla de Lesvos es un típico ejemplo del uso intensivo al que ha sido sometida la tierra durante miles de años en la cuenca del Mediterráneo. Los cambios de carácter físico experimentados por el medio ambiente han sido causados por procesos naturales y por la acción del hombre. Los análisis realizados a partir de documentos históricos y arqueológicos, junto con recientes estudios de los datos existentes sobre el estado del suelo y de la vegetación durante los últimos cinco mil años, han mostrado cambios radicales en el medio ambiente físico (Marathanou et al., 2000). Como muestra la tabla siguiente, los bosques y los pastos cubrían un 50% y un 23% respectivamente de la superficie total de la isla durante la Antigüedad, mientras que los terrenos agrícolas ocupaban algo menos de un cuarto de la isla (22%). En 1886, sin embargo, las zonas forestales se habían reducido a la mitad (23.9%), mientras que los pastos habían aumentado hasta un 37.2%. Por supuesto, los pastos se han incrementado en la isla al reemplazar tierras agrícolas poco rentables.

Tabla: Distribución del uso del suelo (% del área) en la Antigüedad y en 1886.

Uso del suelo
Antigüedad
1886
Anuales - Frutales
18
9,1
Viñedos
2
2,7
Olivos
2
26,9
Bosques
50
23,9
Pastos
23
37,2
Otros
5
0,2
TOTAL
100
100,0


El gran cambio en las tierras agrícolas se ha producido sobre todo en la zona de olivar. Su superficie ha pasado de un 2% en la Antigüedad a un 26,9% en 1886, desarrollándose a costa de los bosques de Quercus y pinos. Algunas de las llanuras previamente cultivadas con cereales fueron reemplazadas con olivares. Se cree que los olivos empezaron a ser cultivados en esas llanuras para extenderse después a las zonas de monte, donde sustituyeron a los bosques. Kontis (1978) estima que un 80% de los olivares deriva de  injertos realizados sobre los olivos silvestres presentes en los bosques. Estos cambios se iniciaron durante la época bizantina y continuaron durante la época otomana.

Una zona de pinar de la isla de Lesvos que no ha sido perturbada desde hace por lo menos tres mil años (fotografía de C. Kosmas).

Las tierras dedicadas al cultivo de cereales o de frutales se redujeron desde un 18% en la Antigüedad hasta un 9,1% en 1886. La mayor reducción se produjo en las zonas de monte en las que la producción era muy baja debido a la elevada degradación del suelo producida por la erosión. La disminución del cultivo de cereales fue superior en la parte occidental de la isla. La presencia de pendientes muy acusadas (generalmente superiores al 35%) combinada con suelos erosionables formados sobre materiales piroclásticos favorecieron altas tasas de erosión y la formación de suelos muy poco profundos. El área de viñedo permaneció prácticamente estable, representando una pequeña parte de la isla (un 2%). Según la información de la que se dispone, la superficie de viñedo se incrementó especialmente durante las épocas bizantina y otomana para declinar después.

Durante el último siglo se han observado grandes cambios en el uso del suelo de la isla. Como se puede apreciar en la tabla presentada más abajo, el cultivo del olivo se ha extendido de forma importante, pasando de un 26,9% a un 41,2% de la superficie total.  También se ha producido una expansión significativa de los bosques de Quercus caducifolios, pasando de un 2,2% a un 7,1% debido a la producción de aceite demandada durante los últimos decenios por la industria del cuero de la isla. La superficie ocupada por los pinares no ha cambiado casi nada, aunque sí que lo ha hecho su distribución geográfica. Los pinares han reemplazado bosques de Quercus de hoja caduca o pastizales debido a la mejor capacidad que poseen los pinos para recuperarse después de un incendio. Su expansión ha dependido de la profundidad y del material original de los suelos. El aumento del área ocupada por éstos usos del suelo ha sido parcialmente compensado por una reducción de las áreas utilizadas para pastos (disminución de un 37,2% a un 22,6%.).

Tabla: Distribución del uso del suelo en 1886 y en 1996.

Uso del suelo
Área (%) en 1886
Área % en 1996

Anuales

8.7
5.3
Frutales
0.4
<0.1
Viñedos
2.7
<0.1
Olivos
26.9
41.2
Bosques de Quercus
2.2
7.1
Bosques de pinos
21.7
23.0
Pastos
37.2
22.6
Otros
0.2
0.6

TOTAL

100.0

100.0

Durante el último siglo no solo se han producido importantes cambios en las superficies ocupadas por los diferentes usos del suelo, sino también en su distribución geográfica. Los olivos fueron eliminados de ciertas áreas y pasaron a ser cultivados en suelos más fértiles, lo que se explica por varias razones: Los olivares desaparecieron principalmente de las zonas de colinas escarpadas con suelos muy degradados, en las que tanto la productividad como la superficie del dosel arbóreo eran limitadas. El escaso dosel aumentaba la vulnerabilidad de los árboles frente a las heladas. En algunas zonas, sobre todo las que contaban con suelos profundos y estaban situadas cerca de lugares habitados, los olivares fueron reemplazados por cultivos más rentables como el tabaco o las hortalizas. Hoy en día la mayor parte de esas zonas ha sido trasformada en pastizales.

Mapa del uso del suelo en Lesvos en 1886 (recopilado por H. Kiepert y R. Koldewey, 1886) (Sifneou, 1996).
Mapa del uso del suelo en Lesvos en 1996 (recopilado por C. Kosmas).

La expansión del olivar durante el último siglo se produjo principalmente en las áreas de monte que presentaban un menor riesgo de heladas y suelos relativamente fértiles. La frecuencia fue superior en suelos medianamente profundos (33,4%) o profundos (55,4%) situados preferentemente sobre pendientes acusadas (35,6%). En muchas de estas zonas se construyeron terrazas para proteger el suelo contra la erosión y aumentar la productividad de los olivos. Estas terrazas, realizadas con un gran cuidado, adoptan una forma de media luna para los árboles individuales. El suelo que rellena las terrazas fue traído de otros lugares. Durante las últimas décadas se ha producido una marcada desvalorización de estas terrazas debido a las dificultades asociadas al acceso y a la utilización de maquinaria. Hoy en día muchas de estas zonas han sido abandonadas y algunas de las terrazas se han desmoronado, lo que ha supuesto una rápida pérdida de suelo arrastrado por la escorrentía. Conservar estas terrazas puede parecer una opción muy costosa si la comparamos con la mayor parte de las alternativas existentes para luchar contra la erosión, pero el interés de conservarlas se hace evidente si consideramos que estas estructuras preservan suelos de un gran valor para el cultivo del olivo y con ello protegen un medio ambiente muy frágil.

Los olivares más antiguos se encuentran en muchos casos en suelos moderadamente profundos (33% de la superficie total de olivar) o profundos (60,4%), aunque las pendientes muy acusadas prevalecen en este tipo de uso del suelo (42,9%). Los suelos han sido protegidos de la erosión gracias a la construcción de miles de kilómetros de terrazas. Todos los datos que se han presentado en los párrafos anteriores demuestran claramente la importancia de la planificación del uso del suelo y del correcto manejo de las áreas de monte sensibles a la erosión.

La superficie dedicada a los cultivos anuales ha experimentado una gran reducción, especialmente a partir de 1950. Esto se atribuye tanto a la baja productividad de los terrenos como a la emigración masiva de la población local hacia otras zonas del país. Por otra parte el número de animales (básicamente ovejas) ha aumentado de forma significativa, sobre todo a partir de mediados de los años 60 y más recientemente debido a la política y a los subsidios de la Unión Europea.

Los estudios realizados han mostrado la gran influencia que los diferentes usos del suelo tienen sobre la degradación de las tierras. Los suelos de la isla dedicados a los pastos son los que muestran una mayor degradación. Estos suelos son muy poco profundos (<15 cm) o poco profundos (15-30 cm), representando un 46,3% y un 40,0% respectivamente del área de pastizal. Los suelos profundos son muy raros en las zonas de pastos. El análisis de la evolución del uso del suelo muestra que la mayor parte de esas tierras estaban ocupadas por pinares o bosques de Quercus durante la Antigüedad. En aquella época comenzó la tala de estos bosques con el fin de cultivar la tierra para producir alimentos o pastos para el ganado. Las medidas de conservación del suelo eran insuficientes y la erosión eliminó la capa arable del suelo. Lo que queda del suelo en estas zonas presenta capas subsuperficiales limitantes (roca madre: piroclastos, mármol, lavas volcánicas) que impiden, si las condiciones son cálidas y secas, la agricultura de secano rentable e incluso la regeneración de bosques naturales. Muy diferente es la situación de las áreas que han permanecido cubiertas de pinos o de olivos durante un largo periodo, ya que el suelo, relativamente bien protegido, alcanza profundidades superiores a 75 cm. Una parte de las zonas ocupadas actualmente por bosques de Quercus ha experimentado recientemente cambios en el uso del suelo, por lo que las conclusiones sobre los fenómenos de degradación deben basarse en el uso previo del suelo.

Área poblada previamente por especies de Quercus y de pinos. Tras la tala del bosque se puso en cultivo, lo que produjo la degradación del suelo debido a la erosión. (Fotografía de C. Kosmas.)

Los suelos dedicados a la producción de pastos tienen el mayor grado de erosión comparado con los otros tipos de uso del suelo. Un 63,6% de estos suelos está gravemente o muy gravemente erosionado. El resto de los pastizales está moderadamente (25,5%) o ligeramente (7,3%) erosionado. Las zonas cubiertas de bosques de Quercus están mejor protegidas contra la erosión. Un 29,2% de esas zonas está gravemente erosionado, mientras que un 50,1% lo está moderadamente. Los olivares están relativamente bien protegidos con las prácticas actuales de manejo. Solo un 11,1% de los olivares están gravemente erosionados y los suelos muy gravemente erosionados son prácticamente inexistentes en la isla. La mayor parte de los olivares está moderada (63,7%) o ligeramente (13,6%) erosionado. El resto de las zonas de olivar (10,6%) está bien protegida contra la erosión, encontrándose principalmente en llanuras. Las zonas de pinar son las que están mejor protegidas contra la erosión. Un 58,1% de los pinares está moderadamente erosionado y un 30,4% lo está ligeramente.

Referencias

  • Kontis, I. 1978. Lesvos and its Minor Asiatic region. Athens Technological Organization- Athens Center of Ekistics. pp. 22-46.
  • Marathainou, M. Kosmas, C., Gerontidis, St., and Detsis, V. 2000. Land-use change and degradation in Lesvos: An historical approach. Land Degradation and Development J. 11:60-73.
  • Sifneou, E. 1996. Lesvos - Economical and social history (1840-1912). Toxalia, p. 234 (en griego).

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g Descripción general de la interrelación de los indicadores
Autor: Brian Irvine B.Irvine@geography.leeds.ac.uk

Las áreas sensibles a la degradación de la tierra pueden ser identificadas gracias al Environmental Sensitivity Index - Índice de Sensibilidad Medioambiental a escala de cuenca vertiente o con el Índice Regional de Degradación a una escala regional más reducida.

En el diagrama se asume que el uso del suelo viene dado por la adecuación a las condiciones climáticas, edáficas y topográficas, por los precios a escala mundial, los subsidios y el uso histórico del suelo (inercia). Los usos agrícolas y las presiones de pastoreo que no se adecuen a las condiciones climáticas pueden reducir la Vegetation cover - Cobertura vegetal y la productividad vegetal. Si no se gestiona la alta productividad vegetal de una zona la cantidad de combustible puede aumentar (Fire frequency - Frecuencia de incendios).

Una baja productividad puede producir una Land use evolution - Evolución de los usos del suelo o un cambio en los métodos de producción.

Unas cifras elevadas de cobertura vegetal y de productividad aseguran el actual Land use type - Tipo de uso del suelo (Period of existing land use type - Antigüedad del uso actual del suelo), la conservación de los recursos del suelo y los Net farm income - Ingresos netos de la explotación.

La degradación de la vegetación que resulta de las prácticas agrícolas o de los incendios potencia la escorrentía superficial e incrementa la Soil erosion (USLE) - Erosión del suelo.

Unas altas tasas de erosión reducen la fertilidad del suelo, la Soil depth - Profundidad del suelo y las Drainage - Redes de drenaje, lo que restringe o reduce aún más la productividad vegetal y tiende a aumentar la degradación de la tierra (Soil erosion control measures - Medidas de control de la erosión del suelo, Runoff water storage - Almacenamiento de aguas de escorrentía). Indicios tempranos de la erosión del suelo pueden ser la formación de surcos o cárcavas in situ o el depósito ex situ de material erosionado.

La reducción de la productividad vegetal afecta directamente a la cobertura del suelo. Puede producirse una reducción de los Net farm income - Ingresos netos de la explotación que obligue a cambiar el uso del suelo y las prácticas utilizadas (Fertiliser application - Aplicación de fertilizantes, Irrigated area - Área de regadío), aunque esto puede estar limitado por la Water availability - Disponibilidad de agua y la Water quality - Calidad del agua.

Mantener los ingresos agrícolas puede requerir aportes financieros suplementarios (EU production subsidies - Subsidios a la producción de la UE). Las Land abandoned - Tierras agrícolas abandonadas pueden suponer un problema. Las dificultades asociadas a un clima inestable (Rainfall - Precipitaciones, Rainfall seasonality - Estacionalidad de las precipitaciones, Rainfall erosivity - Erosividad de las precipitaciones, Aridity index - Índice de aridez) pueden acarrear presiones suplementarias sobre los recursos y usos de la tierra (Vegetation cover - Cobertura vegetal, Soil erosion (USLE) - Erosión del suelo, Irrigated area - Área de regadío).

La degradación de la tierra (degradación del suelo y de la vegetación) no es obligatoriamente irreversible pero puede depender de las actividades y prácticas que se adopten en el futuro.

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g Modelos simples o más complejos que demuestran esta interrelación
Autor: Brian Irvine B.Irvine@geography.leeds.ac.uk

Desde principios de los años noventa se han venido desarrollando modelos e indicadores de riesgo de erosión gracias a varios proyectos de investigación sucesivos financiados por la UE. El Índice Regional de Degradación (RDI), que ha sido ampliado en el Proyecto Pan-Europeo de Evaluación del Riesgo de Erosión del Suelo (PESERA1), ofrece una metodología capaz de estimar el riesgo de erosión a escala regional. El RDI está basado en conceptos desarrollados en MEDALUS II y aporta una respuesta teórica explicita basada en un modelo de erosión del suelo simple y conservativo. El modelo utiliza datos acerca del uso del suelo, la topografía, el suelo y el clima.

El modelo RDI combina la cobertura del suelo, el encostramiento de la superficie, la escorrentía y el transporte de sedimentos para producir una estimación de las cantidades de agua y sedimentos que son aportadas a los diferentes cauces. Un esquema de este modelo es presentado en la ilustración superior. Este modelo del riesgo de erosión es coherente con modelos más precisos utilizados para describir flujos de orden inferior. También integra la distribución de frecuencia de la magnitud de los fenómenos tormentosos. El modelo divide la precipitación diaria en flujo superficial Hortoniano, flujo superficial de saturación, flujo subsuperficial y evapotranspiración. El flujo superficial Hortoniano, principal responsable de la erosión del suelo, se genera en función de las características locales del suelo y de la humedad subsuperficial. El modelo PESERA-RDI se concentra en la predicción de la erosión en laderas y en el depósito de los sedimentos en la parte baja de las pendientes, sin tener en cuenta de manera explícita los procesos asociados con los cauces (aportes y rutas).

  • Dirección de la página PESERA: http://pesera.jrc.it
  • Dirección de la página MEDALUS: http://www.medalus.demon.co.uk/

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